Las aguas del Cantábrico siguen muy agitadas. El mar de fondo del Noroeste que continúa alcanzando la costa arrastra olas de enormes dimensiones, como las que hubo de madrugada a veinte millas al norte de Cabo Mayor. Allí, la boya Augusto G. Linares, del IEO, midió entre medianoche y la una de la madrugada de ayer un pico de 9,38 metros de ola significante, algo así como un edificio de tres plantas surcando las aguas.

Luego la mar volvió a entrar en los valores previstos de olas entre 4 y 7 metros, pues el resto del día las olas más altas no sobrepasaron los 6,6 metros.

Más próximo a la costa, la boya de la Red Vigía situada cerca de la Virgen del Mar, en Santander, medía olas que llegaban a los acantilados con una altura de 8,03 metros al filo de la madrugada, aunque fueron decreciendo progresivamente hasta los 5,5 metros que se medían a media tarde, lo que no impidió el espectáculo de las olas en las rompientes.

El intenso oleaje, como también las fuertes rachas que se dejaron sentir en toda la región, desde la costa hasta las cumbres, justificaron las alertas naranja y amarilla en que estaba Cantabria ante el riesgo de fenómenos costeros y por viento. Además de esas olas de hasta 9,38 metros hubo ráfagas superiores a los 100 kilómetros por hora pero, afortunadamente, ni dejaron secuelas ni provocaron incidencias graves más allá de algunos derribos de árboles o caídas de cornisas en varios puntos de la región o el desvío y posterior cancelación de un vuelo en Parayas.

Fuente: El Diario Montañés (http://bit.ly/hFFW7c)